En una época en la que todavía hay gente que no entiende cómo un gamer o jugador profesional puede vivir de jugar a videojuegos, resulta curioso que no sólo se pueda vivir de jugar sino también de comentar juegos. Asimilada la palabra “gamer” en nuestro vocabulario, ahora le toca el turno al “streamer”. El fenómeno se ha ido advirtiendo en los últimos años pero el reinado de los streamers en 2015 es una auténtica realidad, por mucho que algunos no la quieran o sepan aceptar.
Se creía que la tecnología nos iba a alienar y está resultando que una de las claves para que los nuevos “inventos” funcionen es precisamente que sean lo más sociales posibles. En los tiempos en que los críos no podían permitirse tener una consola en casa o la tenían pero sin muchos juegos, el punto de reunión eran los recreativos. Allí no se jugaba solo, siempre había un círculo alrededor del “máquina” que conseguía pasarse todas las pantallas y todos sabían quiénes eran los que iban primero en los rankings de cada Arcade. Compartir la experiencia de jugar a los videojuegos no es nada nuevo pero ahora existen las herramientas para que esa experiencia sea global y que el círculo (virtual) que se forme alrededor del que juega sea enorme.
Nos gusta ver jugar a los demás, aprendemos viéndoles y además nos sentimos cerca de otras personas con las que, como mínimo, tenemos en común la pasión por los videojuegos.
El streaming de videojuegos
En este contexto y con esta tradición de compartir la experiencia de jugar, el éxito de una plataforma como Twitch es más que comprensible. Esta web de streaming de videojuegos nació como un lugar desde el que se retransmitía la vida de uno de sus fundadores, Justin Kan, (a través de la desaparecida Justin.tv) pero fue derivando a la retransmisión de una actividad que millones de personas practican: jugar a videojuegos.
Resulta chocante pensar que YouTube está celebrando su décimo aniversario, todavía es un niño que ni siquiera ha llegado a la adolescencia. Y también parece mentira que Twitch apenas tenga cuatro años. A la espera de datos de 2015, sólo hay que fijarse en la retrospectiva de 2014 para darse cuenta del espectacular crecimiento de esta plataforma: más de 100 millones de espectadores únicos al mes.
Es normal que, con semejantes números, YouTube, que en cierto modo impulsó la dinámica de Twitch con el fenómeno de los Youtubers, haya lanzado su propia plataforma de streaming de juegos este mismo año.
Ampliación de contenidos y formatos
La idea de Twitch no es original y hay otras plataformas similares, pero el efecto contagio es inevitable viendo el éxito que han tenido en tan sólo cuatro años.
La propia plataforma se está diversificando. Además de los e-sports podemos encontrar streaming de vídeos musicales, documentales u otro tipo de juegos, como el poker online, que ha encontrado un auténtico filón en Twitch. Este año el jugador Jason Somerville, que ya era bastante popular en YouTube por sus vídeos, se pasó a Twitch con Run It Up!, un canal de streaming de poker que incluso llegó a ser lo más visto del día el pasado mes de septiembre. Otros jugadores profesionales bastante conocidos, como Vanessa Selbst, se están uniendo también a Twitch y, de hecho, todas las grandes compañías y profesionales del juego cuentan ya con su propio canal.
Los contenidos de Twitch se expanden y también la forma en que podemos conectarnos a este mundo virtual. Desde 2014 se está trabajando para adaptar Twitch a los dispositivos móviles, a veces con contratos exclusivos como el que vincula a la plataforma de Amazon con las terminales Xperia de Sony.
Twitch no deja de crecer y eso hace que cada vez sea más difícil llamar la atención. Triunfan personajes que sean buenos pero que además tengan mucho carisma, como es el caso de Somerville, que no es el mejor jugador del mundo pero sí lo suficientemente bueno y, sobre todo, con mucha experiencia en comunicación. Saber comunicar es fundamental, seguramente mucho más que saber jugar.
El poder de la comunicación
Pese a que Twitch decidiese centrarse en el streaming de juegos y dejar que Kan siguiese con su vida en privado, el mayor éxito de la plataforma no son tanto los juegos en sí como el factor social. Si pudieses retransmitirte jugando pero nadie lo viese… fin de la historia. Ahí radica la importancia de los streamers.
Ha habido, y hay, experiencias en Twitch que son auténticos fenómenos sociales como el Twitch juega Pokémon del año pasado, con 650.000 personas participando en el juego y unos 15 millones visitándolo. Ahí no había un streamer más importante que otro, ahí mandaba la colectividad y la comunidad, pero este tipo de acciones tan impresionantes son puntuales y hasta históricas. En el día a día, lo que está dictando la rutina de Twitch son los canales de determinados streamers que no dejan de crecer gracias a sus suscriptores y sus donantes.
Son auténticas estrellas en muchos casos aunque con la diferencia de que los streamers, la mayoría de veces, retransmiten lo que ellos mismos hacen, algo que genera confianza (saben de qué hablan) y proximidad (es uno de los nuestros).
El universo streamer no para de crecer y no parece que vaya a ser una moda pasajera. De momento ya tenemos que hacer servir páginas como TopStreamers para saber quién es quién, a quién seguir según qué juegos nos gusten o simplemente enterarnos de quiénes son los “máquinas” de estos nuevos recreativos gigantes que se llaman Twitch.