Es sorprendente lo difícil que resulta encontrar buenos mecánicos. E incluso cuando uno cree que por fin ha dado con un profesional competente, es fácil caer en la perspicacia y la desconfianza, al toparnos con inesperadas y cuantiosas facturas. Después de todo, tal y como sucede en muchos otros sectores, el común de las personas no solemos tener ningún conocimiento técnico de mecánica. Por lo general, ni siquiera los más básicos. Y precisamente es ese desconocimiento, esa ignorancia, lo que dificulta especialmente el poder reclamar (o por lo menos reclamar con una argumentación coherente y sólida) cuando consideramos que nos están cobrando más de lo que sería justo.
Una experiencia personal desagradable
A título personal, me vienen a la cabeza algunos problemas electrónicos que sufrí con mi coche y que, después de consultar a varios mecánicos, descubrí que lo que me dijo el primer mecánico no era correcto o por lo menos, no era exacto y, ya fuera por malicia o incompetencia, pretendía cobrarme de forma desproporcionada. En concreto tuve problemas con la dirección del coche. No era un problema que sucediera siempre, pero en muchas ocasiones, en mitad de una curva, la dirección se volvía dura, hasta el punto de dificultar el poder corregir la trayectoria del vehículo. El primer mecánico al que acudí, que para más inri era del taller de la casa oficial donde compré el coche, me dijo que la solución pasaba por cambiar todo el motor de dirección, algo que, dicho sea de paso, resultaba bastante caro (si no recuerdo mal, más de 1200 €). Sin embargo, tras pedir una segunda opinión en otro taller mecánico, descubrí que lo único que necesitaba era cambiar el líquido de dirección. Con apenas unas 20 o 30 €, el problema se solucionó por completo … Ver para creer.
Esto es solo una experiencia personal desagradable, y en ningún caso pretendo que sirva para denostar a todo el gremio de mecánicos, pero ilustra bastante bien a qué me refiero: si no hubiera pedido una segunda opinión (y por comodidad o tiempo no solemos hacerlo), muy probablemente hubiera terminado pagando lo que me pedía el mecánico original.
Internet al rescate de mecánicos amateurs
Afortunadamente, y para combatir la ignorancia también en el sector de la mecánica Internet vuelve a acudir al rescate. Una simple búsqueda en Google nos permite encontrar multitud de páginas web (eso sí, algunas mejores que otras) con información detallada para poder realizar cualquier reparación sencilla u operación de mantenimiento básica en nuestro vehículo. Podemos encontrar instrucciones sobre como realizar un cambio de aceite, de filtros o de lámparas o incluso algunas operaciones más avanzadas, como realizar el cambio de las bujías de encendido, un elemento esencial en cualquier automóvil moderno y cuyo ciclo de vida es finito.
Por supuesto, ello no es óbice para desmerecer la figura del profesional de la mecánica y no conviene ir de “cuñado”. Ante cualquier duda, siempre conviene acudir a ellos y no aventurarnos en algo cuya complejidad se escapa a los conocimientos de cualquier usuario sin formación en mecánica del automóvil, por muy informado que esté, o cuando, sencillamente, no nos sentimos cómodos intentándolo nosotros mismos.