La última película de “Pixar” es sencillamente genial.
Siguiendo la excelente trayectoria de la compañía estadounidense, auna magistralmente unos personajes tan simpáticos como carismáticos y una historia aparentemente sencilla sobre valores humanos como la amistad o el amor con una segunda lectura, más adulta y mucho más interesante, sobre la rutina, el conformismo, la soledad y de como el amor puede cambiar de un plumazo el sentido de la vida.
Sin a penas palabras, en un planeta tierra casi post-apocalíptico dónde solo queda el caos y la destrucción, donde el ser humano es solo un eco lejano con forma de la basura con la que condenó su existencia, la última obra de Pixar narra una de las más honestas y puras historias de amor que ha dado el celuloide. Una historia, y he aquí parte de su genialidad, que prescinde de todo artificio para enseñar que es el amor; esa burbuja, irracional y confusa vista desde fuera, que, sin embargo desde dentro, nos hace percibir el auténtico significado de la vida. Y para ello, para mostrar el significado de semejante sentimiento, paradojas narrativas, lo hace a través de personajes que no son humanos, que ni si quiera están vivios: robots, inteligencias artificiales que son un reflejo de los anhelos, las debilidades y los ímpetus de aquellos que los creamos: nosotros.
Interesante también resulta el papel de los actores secundarios de esta historia: los seres humanos. Solo queda con vida una colonia de ellos, los descendientes ya lejanos de una tripulación de un crucero espacial de vacaciones. Estos hombres y mujeres, inocentes, obesos como bebés gigantes que no saben ni caminar, desarrollan su vida en un constante periodo de ocio y relax, en el que ni si quiera camina, pues se desplazan a través de sillas que levitan. Es más, a penas ven más alla de lo que muestran las pantallas de estas sillas, esclavos cómodos y voluntarios de la inteligencia artificial de la nave.
Crítica metáfora, sin duda, del rumbo actual de muchos habitantes del primer mundo.
Wall-E, absolutamente recomendada.