John Cimon Warburg (Reino Unido, 1867 – 1931) padeció asma durante toda su vida, lo que le dificultaba sobremanera realizar cualquier trabajo a tiempo completo. Afortunadamente, venía de una familia adinerada y pudo dedicar su vida a estudiar y practicar el arte de la fotografía.
Aunque trabajó con varias técnicas, sus obras más interesantes las desarrolló utilizando la técnica de la placa autocroma (Autochrome), primigenia y compleja forma de fotografía en color consistente en superponer una placa con granos de almidón (normalmente se trataba de fécula de patata) sobre la base de una película en blanco y negro. Estos granos se teñían de varias tonalidades y, tras procesar la placa, aparecían los colores. Las placas autocromas requerían disparar con tiempos de exposición considerablemente más largos que los necesarios para la fotografía en blanco y negro tradicional, lo que a menudo dotaba a las fotos de un desenfoque onírico y evocador, tal y como demuestra la mayor parte de su obra:
No obstante, algunas (especialmente sus retratos de niños, que solían ser sus hijos), tienen cierto aire tétrico que, por momentos, recuerda a la fotografía post-mortem, tan popular unas décadas antes:
No obstante, también realizo fotografías costumbristas y de paisajes, que lograron inmortalizar la nostálgica atmosfera de la sociedad de principios del siglo XX:
Tal fue su dedicación y talento, que terminó siendo miembro de una de las sociedades fotográficas más antiguas y reputadas, la Royal Photographic Society (fundada en 1853).