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Los Tudor

  • Omar Martin
  • 24 marzo, 2010
Los Tudor

Cuando uno piensa en injusticias, suele pensar en aquellos sucesos negativos que sufre y cree no merecer (aunque en realidad suele ser cuestión de azar). Sin embargo, no es tan habitual fijarse en la otra cara de la moneda, en quien se beneficia, más directa que indirectamente, de cosas que no merece. Para ilustrar mejor lo que digo, pensemos en uno de los máximos exponentes de esta idea: la monarquía, los reyes.

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Antiguamente, los monarcas nacían con un derecho que, sus antecesores, se apresuraron en calificar de divino. Esa fue la mejor manera que encontraron de justificar la perpetuidad de todos sus privilegios. Pero el verdadero logro de esta taimada y mal llamada nobleza fue, gracias a la amenaza intrínseca de funestas consecuencias que pudieran derivarse de la desobediencia de los designios de Dios, convencer al poco ilustrado pueblo de la legitimidad de tan desmedido derecho. Un derecho que los investía de un patrimonio y, sobre todo, de un poder, elevadísimos, casi ilimitados. Y digo casi, porque estaban por encima de todas sus súbditos, por encima incluso de la ley, pero no por encima de Dios. ¿Y quién era el representante de Dios en la tierra? La todopoderosa Iglesia. Esta institución ejercía pues, en el mejor de los casos, de límite de los caprichos monárquicos, y en el peor y más habitual, de verdadero poder en la sombra. Hasta que llegó el «bueno» del Enrique VIII, rey de Inglaterra durante la primera mitad del siglo XVI. Y es precisamente él, el protagonista de la serie de televisión, originaria del canal Showtime, «Los Tudor«.

Atención: Pese a tratarse de hechos históricos, lo escrito a continuación es un SPOILER de la serie.

La serie gira en torno a la vida de Enrique VIII (interpretado en la serie por el actor Jonathan Rhys-Meyers), un rey caprichoso, un niño mimado y consentido que acabó ejerciendo el poder más absoluto de toda la monarquía europea.

La primera esposa de Enrique (o Henry, como lo llaman en la serie), fue Catalina de Aragón, pero gracias a su status, gozó de multitud de amantes. Le bastaba con fijarse en alguna dama de la corte, independientemente de si estaba o no casada, y uno de sus sirvientes, concertaba una cita. Para la dama en cuestión, una aventura con el rey era, más que un honor, un logro. Sin embargo, eso no bastaba para satisfacer los antojos del pueril Enrique; pues además de sus continuos escarceos amorosos, quedó prendado de Ana Bolena, una aristócrata de la corte que supo engatusarlo por completo para conseguir su promesa de matrimonio. Él, solicitó fervientemente el divorcio, pese a contradecir las férreas directrices de la Iglesia Católica de la época, pero como no le fue concedido, decidió desvincularse completamente del Vaticano, y nombrarse, él mismo, jefe supremo de la nueva Iglesia Anglicana (algo que ha tenido innumerables repercusiones hasta nuestros días). Ya pudo conseguir entonces que sus cardenales le concedieran el divorcio. Aún así, no tardó en cansarse de la pobre Ana y, ni corto ni perezoso, hizo que le cortaran la cabeza. Continuó haciendo gala de su voluble personalidad, llegando a tener hasta seis esposas, y dejando por el camino, un reguero de muertes en virtud de la nueva fe, y algunas reformas, que para bien o para mal, han llegado hasta nuestros días.

La serie de TV, lejos de tratarse de un aburrido documental, es una obra excitante, llena intriga, de desnudos y de escenas de sexo explícito. Puede que, se tome ciertas licencias para hacer la historia más atractiva, o que pequeños detalles no sean completamente fieles a la realidad, pero aunque sea solo en algunos momentos, uno no puede evitar pensar… «Yo también hubiera querido ser rey«.

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0 comentarios
  1. edblue dice:
    28 marzo, 2010 a las 22:59

    Pinta interesante! habrá que echarle un vistazo 😀

    Responder
  2. inkoherence dice:
    28 marzo, 2010 a las 23:51

    Ya verás, creo que te gustará.

    Responder
  3. luis dice:
    15 diciembre, 2010 a las 07:41

    serie tele visiva espelugnante magistral en actuacion ,histrica si asi ocurrio ,si no una grata refleccion sobre el cambio de los personajes en el transcurso de la serie en cuanto a los intereses del rey a tener obsesivamente un heredero legal a el intres de su estirpe como el cambio de las prrsonas que lo rodean siempre buscando los intreses propios ,en lo sexual ,economico,social religioso eindividual terminando con un rey confundido en lo general por sus deseos personales como los intereses de los mas allegados en su momento terminando en un drama casi shespiriano …… magnifica representacion bestuario esenografia los dialogos rapidos sencillos y contundentes en fin una obra maravillosa .,., felicidades para los que la disfrutamos yno la olvidmos y creo la vamos a comentar en hora buena

    Responder

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