Otra noche más inmerso en las profundidades de un vaso, vagando entre el afilado caleidoscopio de colores dorados sin más guía que el tintineo del hielo contra el cristal y las señales de humo que emergen de cada uno de mis suspiros. Todo por la misma y eterna promesa de felicidad que muchos creen atisbar detrás de los productos con los que intentan llenar el vacío de su alma: desde los coches deportivos, hasta la ropa interior femenina de alta costura. Puede que esa promesa no sea más que una burda mentira, pero esa es la única manera de seguir pedaleando, porque sé que si me detengo me precipitaré al abismo de mi propio pasado.
“Mad Men” es una serie original de la cadena AMC que narra el día a día de una agencia de publicidad en los Estados Unidos en la década de los años 60. A través de las relaciones entre los trabajadores de la firma y sus clientes, y de las campañas que idean para marcas tan conocidas como polémicas (v.g: Lucky Strike), seremos testigos de excepción de una época convulsa y llena de cambios, tanto políticos como sociales. Pero lo que, sin duda, llama más la atención, por lo mucho que ha cambiado en tan solo unas pocas décadas, es el rol que desarrollaban los hombres y, sobre todo, las mujeres. Por un lado ellas, que pese a encontrarse en vísperas de la llamada “revolución sexual”, todavía soñaban con ser “rescatadas” por un caballero que las mantuviera y las protegiera, un hombre con el que tener hijos y una bonita casa con jardín, inconscientes de la prisión en la que voluntariamente querían encerrarse hasta el final de sus días. En cuanto a los hombres, tipos duros que desayunaban y cenaban whisky, presumían de decir y hacer lo se les antojaba, sin temer a ninguna consecuencia. Todo ello eso sí, intentando capear la constante presión provocada por una sociedad hiper-competitiva que también nosotros hemos heredado.
A pesar de sus innumerables virtudes, “Mad Men”, es una serie especialmente singular. Podríamos decir que no es apta para todos los públicos. No esperéis acción desenfrenada o una dosis de ciencia ficción que desafíe vuestra imaginación. Es una serie calmada, sosegada, y como el buen whisky, hay que saborearla con paciencia. Los guionistas se recrean en pequeños detalles, esbozando pinceladas capítulo tras capítulo, desenmarañando lenta pero concienzudamente los entresijos que forman la personalidad de los personajes, como el misterioso y genial protagonista principal: Don Draper. Y siempre sin dejar de deleitarnos con el retrato de una época que es, ante todo, un derroche de clase y estilo. Una de las mejores series de la actualidad.
Os dejo con una de las citas, a mi modo de ver, más representativas de Don Draper (protagonista de la serie), sobre su visión de las mujeres y de la época que le ha tocado vivir. Concretamente refiriéndose a una campaña de pintalabios:
Las mujeres quieren opciones. No quieren ser solo un color más dentro de una caja, quieren ser únicas. Su mayor elección es la de elegir a su hombre. Quieren gritar al mundo “¡Es mío! Me pertenece a mi, no a ti”. Marcan a su hombre con los labios. Él es su posesión, y con su pintalabios le dará a cada mujer el regalo de una posesión sublime.
Don Draper (Mad Men)
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Muy buena reseña, felicidades! A mí me encanta esta serie, sólo con su actuación me fascina! Lo mejor de Mad Men es su ambiente, los 60s, tan inolvidables y que nunca salen de moda.
Una serie muy original que a mí me ha atrapado, Mad Men es por mucho una de las mejores series de lo últimos tiempos que está por concluir pero que se va dejando una huella en el espectador.
Totalmente de acuerdo. Es cierto que tiene un ritmo más sosegado que otras series, y probablemente eso la aleja de la popularidad de otras series, pero esa época, y lo magistralmente reflejada que está en la serie, la dotan de un un encanto irresistible.