Como todas las tardes, Sol acudía en busca de cobijo bajo las sábanas de Tierra. Ella siempre le esperaba, fría pero húmeda, y era precisamente de su gélida dureza, de donde él sacaba todo su calor y su fuerza. Un día, sin embargo, Tierra no le dejó entrar. Él golpeó sus puertas sin descanso; haciendo estallar una retahíla de ocasos cada vez más intensos, cada vez más violentos, hasta que el último golpe acabó con lo que había sido la vista de todos los seres humanos que poblaban el mundo por aquel entonces. Dicen que de esta ceguera, surgió el amor. (Taken with instagram)