La proliferación de aplicaciones de mensajería instantánea para teléfonos móviles surge como consecuencia de la avaricia y pasividad de las operadoras móviles que, tradicionalmente, han venido cobrando los sms a un precio absolutamente desorbitado (teniendo en cuenta los escasos Kbytes que suponen).
Y de todas las aplicaciones de mensajería instantánea hay una que destaca sobre todas las demás. Me refiero, claro está, a Whatsapp. Su simplicidad de uso, que sea multi-plataforma (empezó en iphone), sus prestaciones (envío de archivos, chats de grupo, etc) y su baratísimo precio lo han convertido en un estándar de facto, hasta el punto de que el propio nombre de la app, se está convirtiendo en un sinónimo de mensaje móvil.
Sin embargo, la mayoría de usuarios no son conscientes de que, a pesar de todas las bondades del servicio, adolece también de ciertas carencias que pueden provocar un menoscabo en nuestra privacidad. Y es que, lamentablemente, la seguridad del producto es, simplemente, deficiente. Hasta la última actualización de la aplicación, ni siquiera encriptaba los mensajes, lo que provocaba que cualquier usuario avispado que estuviera conectado a nuestra misma wifi, pudiera interceptar los mensajes de nuestro dispositivo. Es cierto que en su versión actual los mensajes son cifrados, pero el sistema de seguridad, en su conjunto, continua siendo deficiente. Para empezar el mecanismo de cifrado utilizado es vulnerable y obsoleto; y la clave de inicio de sesión se transmite en texto plano, bastando conocer la dirección MAC (en el caso de iphone) o el IMEI (en el caso de Android) para suplantar la identidad de la víctima. Ambos datos pueden ser conocidos con bastante facilidad para cualquier atacante con un mínimo de interés.
Otro aspecto escabroso es que, aunque Whatsapp Inc., la empresa desarrolladora (con sede en California) deba someterse a la legislación Española de Protección de Datos al utilizar teléfonos móviles situados en España (artículo 2.1.c de la LOPD) lo cierto es que, en la práctica, se hace muy difícil exigir el cumplimiento de nuestra legislación. Y este hecho podría provocar ciertas situaciones de inseguridad jurídica o incluso de indefensión ante un hipotético atentado contra nuestros derechos fundamentales.
No está mal recordar que a pesar de tratarse de una aplicación verdaderamente útil y económica, en realidad los usuarios la estamos pagando con algo más que dinero. Tal vez sea el momento de prestar atención a alternativas que hagan un mayor hincapié en proteger la privacidad de sus clientes.
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Vengo a aquí luego de días de notar cómo los antiguos usuarios de Whatsapp se han retirado furtivamente a Telegram, buscando un refugio gratuito y realmente seguro. Yo no he podido hacerlo, como has dicho, una de las bondades de este servicio de mensajería, es justamente su carácter de multi-plataforma; algo que me venía muy bien dado que yo no poseo ni iPhone ni un teléfono que use Android. Tengo un Nokia que sí admitía Whatsapp por muy obsoleto que parezca hoy, pero al cual no podré, posiblemente jamás, instalar la dichosa alternativa que ha surgido como una revelación en estos días pasados.
Todos los puntos que has puesto en la mesa no dejan de ser realmente precisos y objetivos, por lo que me afirmaré más aún en la postura de dejar de usar Whatsapp. Esto en realidad no es problema porque nadie me escribía con regularidad, mis comunicaciones se limitaban a una conversación al mes, y eso era mucho. Por otro lado, no creo que alguien realmente se interese tanto en mí (para hacerme el bien o el mal), que decida que quiere inmiscuirse en conversaciones que casi nunca se dan.
Por cierto, el primer enlace que colocas en la entrada, está roto (no abre la página). El segundo, el de la LOPD, sí funciona.
Wow! Muchas gracias por todos los comentarios. Ahora no me pillas en casa, pero mañana prometo leermelos todos.
Solo un apunte rápido: La privacidad es un derecho y como tal debería ser salvaguardado por el estado (por lo menos, por un estado democrático de derecho). Permitir que terceros puedan acceder de forma permanente a la esfera privada de un individuo es, a mi modo de ver, un error. Incluso aunque pueda parecer una intromisión inofensiva.
Aquí te dejo un artículo que creo que argumenta muy bien el asunto:
http://www.xataka.com/otros/por-que-la-privacidad-es-necesaria-desmontando-el-no-tengo-nada-que-ocultar
Hasta pronto.