Leo en blog de CPI que la DGT está experimentando con un nuevo método que permitirá controlar los excesos de velocidad prescindiendo de los tradicionales radares a partir del Teorema de Lagrange. No me voy a extender en detallar los fundamentos matemáticos del teorema, pues además de carecer de la formación necesaria para ello, para eso ya tenéis la magnífica entrada de CPI. Simplemente deciros que se basa en calcular la velocidad de un vehículo (o cualquier cuerpo) a partir del tiempo que tarda éste en pasar por dos puntos diferentes situados a una distancia determinada. Por ejemplo si yo paso por un punto “A” a las 10:30 horas y 10 minutos más tarde paso por un punto “B” que está situado a 25 kilometros del punto “A” significará que he recorrido los 25 kilometros que separan ambos puntos a una media de 150 km/h. Y eso quiere decir que, indudablemente, para alcanzar esa media de velocidad, en algún momento he tenido que ir, al menos, a 150 km/h. Por tanto, he cometido una infracción. Sí o sí.
Este mecanismo es infalible con los infractores que detecte, pero no lo serán todos. ¿Que pasará con aquellos que una vez les han hecho la foto inicial decidan parar “a tomar un café” para que les descienda la media de velocidad? Muy sencillo, quedarán impunes.
También hay ciertos escollos legales que dificultarán la generalización de esta medida. Para empezar, al ser utilizado como medio de prueba no faltará quien cuestione la constitucionalidad del mismo mediante una interpretación amplia de la presunción de inocencia. Además para ser válido debería establecerse como una presunción iuris et de iure (que no admite prueba en contra) y, si no recuerdo mal, creo que eso solo podía establecerse a través de una ley.
Sin embargo, dónde realmente vuelven a fracasar este tipo de medidas de la DGT es en su finalidad básica y, desgraciadamente utópica: salvar vidas. Y es que queda poco margen de duda para poder vislumbrar su verdadero y éticamente dudoso objetivo: el afán recaudatorio.
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En principio y sin leer nada o creo que apliquen ese teorema así tal cual
25 Km dan para tomar un café o lo que sea, incluso para no llegar a pasar por el otro punto nunca, mas bien creo que se aplicaría como mucho a una distancia no superior a los 2 Km en autovías o autopistas o medio en carreteras convencionales y siempre que no existan escapatorias y si no va a salvar vidas ni esta medida ni ninguna otra medida porque la única medida efectiva es la EDUCACION VIAL y respetar las indicaciones, que por algo están aun que sean mal puestas.
Según tengo entendido lo están experimentando en algunos túneles que ya es más lógico, y en una autovía de madrid a burgos, creo recordar. Esto último ya me parece más cuestionable.