Cuando era pequeño, veía el año 2000 como una fecha clave, mítica, futurista en el sentido más fantástico y utópico de la palabra. Ingenuo de mí, pensaba en castillos en el aire, como que las enfermedades habrían sucumbido ante el poder de la ciencia o que todos los coches, volarían. Pero el año 2000 pasó y se llevó consigo todos los sueños infantiles. ¿Todos? Tal vez no.
La compañía holandesa PAL-V Europe BV presume haber desarrollado el PAL-V, primer auto volador de la historia. Con un motor Mazda de tecnología híbrida que funciona a gasolina, bio-diesel o bio-etanol, necesita 50 metros para despegar, tiene una autonomía de vuelo de 544 Km, puede volar a más de 200 Km/h y cuando se desplaza por tierra firme acelera de 0 a 100 km/h en menos de 5 segundos.
Suena realmente interesante, sobre todo si consiguieran lanzarlo al mercado a un precio competitivo. Sin embargo creo que se encontrarán con un escollo, hoy por hoy, difícilmente salvable: la industria automovilística y todo lo que la rodea. Y por todo lo que la rodea me refiero precisamente a TODO: desde las infraestructuras adaptadas a automóviles convencionales, a la falta de regulación sobre un vehículo tan innovador o incluso una mentalidad de la «masa social» controlada de facto por el marketing, la publicidad, y los aspectos anteriormente mencionados.
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El coche volador este seguro que solo se lo podran comprar los multimillonarios.
Dudo que sea una cuestión de imposibilidad tecnológica. Simplemente a las grandes empresas automovilísticas no les conviene dar el paso.