Mucho se ha hablado sobre las razones que han motivado el incuestionable éxito de Twitter. Al principio hubo quien pensó que no iba a ser más que una idea que, por ser fresca y original, gozaría de una cierta popularidad inicial, pero que aún así, no tardaría en caer en el olvido, fruto de las limitaciones que a su vez la hacían tan original, como por ejemplo la limitación de 140 carácteres.
Twitter está triunfando porque es un medio de comunicación no intrusivo. Para empezar, mezcla ventajas de un chat y de un blog (o incluso de un foro) a través de un sistema simple y efectivo. Pero lo que, a título personal, me parece más útil y relevante, es la posibilidad de “tomar el pulso a internet”, de saber qué está pasando en la red en un momento determinado, pues la información obtenida es instantánea, el mensaje se difunde en el mismo momento en que los usuarios lo expresan, dejando, en este sentido, a la altura del betún a los buscadores tradicionales. Quizás esto pueda parecer demasiado general, pero hay que tener en cuenta que cada uno, se agrega a los “amigos” que desea, se presupone que éstos van a decir cosas de nuestro interés. Por tanto, nuestra “portada”, formada por los “twitts” de todos nuestros amigos, son los que verdaderamente conforman este “pulso de la red”. Por otra parte, hay incluso quien empieza a crear y a utilizar varias cuentas, para mantener organizados sus intereses y sus contactos. Esta es una opción válida, aunque quizás la más óptima pasaría por ofrecer algún otro tipo de solución “oficial” (como grupos de usuarios).
Puesto que el éxito de Twitter ya puede considerarse como consolidado, a día de hoy y en un futuro más o menos próximo, el mayor reto al que se enfrenta es saber ofrecer lo que sus usuarios piden (por ejemplo estabilidad, mayor longitud de mensajes, grupos de usuarios… etc), sin alejarse de una simplicidad que ha sido la principal baza del servicio.
Un buen ejemplo de la dificultad que entraña el conciliar a los usuarios tradicionales y mantener una evolución lógica del producto lo encontramos en Microsoft y el denominado el “efecto Hotmail”. El servicio de correo electrónico de Microsoft cuenta con una cantidad inmensa de usuarios, pero hasta hace algún tiempo, su usabilidad era poco menos que deficiente. Probablemente a causa del excelente trabajo hecho por Google con su Gmail, decidieron renovar de forma radical el diseño. Al margen de lo que estética y técnicamente acertado que fuera el trabajo de Microsoft, no tardaron en sufrir una avalancha de críticas de usuarios descontentos con los nuevos cambios. Las personas, somos animales de costumbres. Si alguien lleva años pulsando un botón que se encuentra en una posición determinada de la pantalla y de un día para otro se lo cambian, no importa si la nueva posición es técnicamente más acertada, al usuario tradicional le costará un tiempo acostumbrarse, volver a hacerse a la nueva rutina. Tiempo que, en muchas ocasiones, simplemente no está dispuesto a conceder.